sábado, abril 30, 2011

Luciano Cáceres: "Soy un elegido de la vida"

El actor compone a un inescru- puloso abogado en "El elegido". Marido de Gloria Carrá, habla de su extraño personaje y de su trayectoria como director.

A Luciano Cáceres sus padres no pudieron imprimirle destino más poético. Concebido en un teatro, fue el fruto de una noche de amor sobre un escenario, en una sala independiente que regentaba su papá. "Un colchoncito sobre las tablas y de esa noche salí yo", narra con encanto el hombre hoy más odiado de la televisión. David, su criatura de El elegido (a las 23, por Telefe), traspasó una barrera y abusó sexualmente de la heroína (Mariana, Paola Krum). Ahora, cuando se apaga la cámara, Cáceres lidia con ese ser espeluznante que genera ambivalencia popular: "Mi personaje divierte y repugna", juzga.

Con ese sello de fábrica en la piel, Cáceres se propuso vivir del mismo modo en que nació, y paseó sus 34 años por cuanto escenario pudo.

Pero es ahora cuando viene a asomar a la popularidad con David, el abogado bisexual cuyo nombre, justamente, significa `el elegido de Dios`. Un niño-hombre "impune, sin filtro ni límites, pero con mucho humor", que ya evidenció "su antes y después": la escena de violación, dice, fue "la bisagra en la relación con el público. David se instaló definitivamente como el villano, y lo que van a ver de ahora en más será muchísimo peor. Con respecto a mí, ahora me extraña la falta de anonimato".

Representante de la pereza en ese juego de pecados capitales que protagoniza Pablo Echarri, la psicología de David se explica desde esa crianza "sin madre ­y a la que él cree muerta-, y a las órdenes de un padre (Oscar, interpretado por Lito Cruz), que supo resolver todo sin esfuerzo, sólo a través del dinero o el poder". Como buscador desesperado de sensaciones, "prueba todo lo que lo moviliza, es un desquiciado que quiere ser amo y señor, y fantasea con todos: con Octavio (Ludovico Di Santo), Greta (Mónica Antonópulus), con Gigí (Paula Kohan). A la vez, se topa con Mariana (Krum) y, como no la puede tener, se obsesiona y vive un amor enfermo".

Desde hace 13 años, Cáceres disfruta de la dirección teatral (lleva unas 25 puestas) y de ese extraño estremecimiento del trapecista sin red. "El teatro no se edita y esa sensación de `no hay vuelta atrás’ es incomparable.

Todavía me sorprende esa respuesta del público, en diferido, que otorga la TV. Veo que en la calle me hacen devoluciones de una escena que grabé una semana antes y me siento raro. Además, el público te tiene metido en su casa, sos un intruso y, con razón, cuando te ven sienten derecho sobre vos".

Con un paso televisivo por Amor en custodia, Doble venganza, El tiempo no para, Patito feo y Botineras, el actor que creció en el Bajo Flores con Alejandra Boero como maestra, se jacta de aquel teatro (Quintino) que construyó a sus 20 años, para cumplir con el sueño de vivir y trabajar en un mismo sitio. Casi una metáfora: la de querer prorrogar ese "vientre materno", el teatro, en el que sus padres lo concibieron. "Recuerdo que dormía en la cabina de luces y era feliz", advierte. En pareja con Gloria Carrá (con quien tuvo una hija) y a punto de dirigir (una vez más) a Leonor Manso, su compañera de tira, en la obra El cordero de los ojos azules, de Gonzalo Demaría, juega con el título de la telenovela para puntualizar su gran momento: "Soy un elegido de la vida. Por tener la familia que tengo y por hacer lo que más amo", dice el actor que fue gestado en el teatro. La casa a la que siempre quiere volver.
Provocador
El lunes, David subió un escalón en su avanzada sexual: convenció a Gigí (Paula Kohan) para hacer el amor. Para la ex de Greta (Mónica Antonópulos), fue su primera vez con un hombre.

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