Oscar Nevares Sosa. Ya el peso de esa "O" mayúscula, de ese doble apellido, se impone fuerte. Apenas una tarjeta personal con ese nombre bastaría para que uno imagine a un juez, a un político, a un poderoso. Pero detrás de ese nombre de ficción está la cara y el gesto severo de Lito Cruz, que construye el personaje más intrigante de El elegido.
En la ficción, Nevares Sosa es jefe del estudio de abogados de la tira, líder de una logia masónica, el personaje que siempre parece saber mucho más de lo que dice, el que controla el juego de ajedrez donde los demás se desplazan con ingenuidad. Detrás de cámara, Cruz es el maestro de teatro de Pablo Echarri, que siempre ha destacado que trabajar con él en la primera tira que produce es un sueño cumplido.
Hacía muchos años que el actor no se dedicaba tanto tiempo a la pantalla chica, con alguna excepción en Dromo (2009) y El aval (2006). Pero al ver a Nevares Sosa es directo el recuerdo de El garante, aquel unitario con Leonardo Sbaraglia, en el que un siniestro Lito Cruz representaba al diablo.
–¿Ves similitudes entre este personaje y tu trabajo en "El garante"?
–Este personaje se hizo de a poquito, con sus contradicciones, sus cosas. Haciéndolo me di cuenta de cómo son las tiras, que se van armando los programas con cinco o seis ya adelantados, se van enriqueciendo los guiones todo el tiempo. Así que el personaje empieza a tomar otros rumbos cuando pasa el tiempo, no sabés de entrada, va lentamente. Se crea sobre la marcha, a diferencia de un unitario, donde ya tenés el programa en la cabeza y el destino del personaje. Ninguna manera de trabajar es mejor ni peor, son diferentes.
–Para aclararnos el panorama, ¿es el único que maneja todos los hilos de la trama?
–Hasta ahora, pero poco a poco aparecen otros que tomarán ese rol, los opuestos. No sé cómo se desarrollará la historia, pero la idea es que lo malo se destruya y el bien triunfe, como siempre, pero hay que ver cómo se resolverá.
–¿De qué lado está más cerca, entonces, Nevares Sosa?
–Hay que ver, hay que contemplarlo en las proyecciones, ni yo lo sé con certeza. Sé que tiene un defectito que irá apareciendo en los próximos capítulos, estoy seguro.
Volver a la TV es todo un desafío para Lito, que con 70 años, no se detiene. Actúa en una obra que está por salir de gira (Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, que traerá a Córdoba pronto); participa en una espectáculo de tango, Sueños de milonguero, en el que cuenta historias y baila el dos por cuatro; y tiene un cargo público como presidente del Consejo Provincial de Teatro de la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué sumar a semejante carga horaria una tira? Él asegura que la historia y el vínculo con Echarri lo convencieron.
"Hay muchas aristas interesantes en el programa, como el tema de los pueblos originarios del sur, los monopolios de la tierra, la estafa a los indígenas en manos capitalistas. Y está el tema de la masonería, que en este país es tan importante, que ha delineado tantas de de las actividades políticas y económicas del país. Las guerras de la independencia fueron manejadas por la masonería, que existe de San Martín en adelante", explica.
–¿Hubo un trabajo de investigación sobre las logias actuales?
–Sí, las logias han existido siempre y siguen existiendo, quizá en menos cantidad ahora. Nos informamos todo lo que pudimos, para tener datos concretos, pero inventamos, es ficción al fin de cuentas. Los rituales que se ven son inventados, para que no se enojen ni ofendan los que hacen los propios, imaginá lo sagrado que es eso para cualquier masón. Al público creo que le da igual, no le interesa saber cómo es la cotidianidad del masón, sino la influencia que han tenido en nuestra historia, vida política y social.
–¿Creés que persiste esa influencia en la actualidad?
–Quizá, creo que sí. Massera era masón, la suya era una logia incalificable y no legal. Pero pensá en Sarmiento, Rivadavia, y tantos otros. Esa línea política ha tenido descendencia, de alguna manera se ha transmitido eso desde los primeros tiempos de la independencia hasta nuestros días.
–¿Cómo era Pablo como alumno?
–Era un tipo con una gran condición, con talento pero también aplicado. No es suficiente con querer ser bueno, él además de tener talento y condiciones, se ha dedicado a la calidad, en una profesión que eligió con absoluto convencimiento. Y la relación no ha cambiado mucho, antes era su profesor, ahora soy su jefe... en el estudio de abogados.
Lito termina la frase riéndose, pero para después añadir que el combo de El Elegido se apoya en tres patas: el trabajo de Seefeld y Echarri como productores, atentos a detalles de factura impecables; el trabajo técnico y de los actores, que nivelan en calidad; y el empuje de Telefé para asegurar que llegue al público y crezca el rating.
Y, claro, la historia de amor.
Hay un dato que sólo nosotros los espectadores conocemos y que ninguno de los personajes de El elegido sabe: pase lo que pase, hagan lo que hagan, Echarri y Paola Krum terminan juntos, siempre (aunque Leticia Bredice enloquezca cada día más). Lito, igual, destaca: "Lo más importante de la novela es la historia de amor, las historias de amor, que son complejas, distintas, con matices. Y lo interesante es que todas esas historias individuales están en una plataforma sólida de la anécdota política, social y hasta económica de estos personajes".
En Córdoba, con teatro
Lito Cruz protagoniza, además, con Ana María Picchio, Todos eran mis hijos, obra de Arthur Miller, dirigida por Claudio Tolcachir, que se presentará en Córdoba en Semana Santa. Sobre el texto, el actor explica: "Es una de las primeras obras de Miller, del año 47, en pleno auge de los ideales comunistas, del materialismo marxista. La obra habla de la decadencia, pero también de la responsabilidad individual. Miller logra destruir los mitos. Eso es lo interesante del texto y lo que lo hace vigente al día de hoy". Se trata de la segunda temporada de la obra, que produce Daniel Grinbank.
La pieza de Miller, estrenada en 1947, narra el conflicto de una familia. Cruz interpreta a Joe Keller, un padre de familia respetado por la comunidad y Picchio a su esposa, Kate, quien vive con la esperanza de volver a ver a su hijo, piloto de la aviación, desaparecido en acción. La llegada de dos hijos de un viejo socio de Joe, amenaza la estructura familiar y social que los Keller construyeron sobre la mentira.
Además, Lito cuenta los avances en la Dirección Provincial de Teatro Independiente, los logros conseguidos con una nueva Ley del Teatro Independiente, que destinará fondos del juego en la provincia al estímulo tetral y adelanta que el 23 de marzo inauguran en Mercedes la Fiesta Provincial, con una vigilia radial el 23 y, el 24 de marzo, un "contragolpe teatral", para recordar el horror de la dictadura.
La Voz
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