Dice que en los últimos años pudo abrirse a otros géneros, y no hacer sólo comedia. Hoy regresa a la TV, después de cinco años sin protagónicos, en "El hombre de tu vida", por Telefe, de la mano de Juan José Campanella. Qué piensa el cómico que quiere ser más.
"Amo la comedia con locura"
Entrevista Empieza con "El hombre de tu vida" Esta noche, a las 22, por Telefe, regresa a la TV de la mano de su amigo, Juan José Campanella. Aquí, cuenta los cambios que tuvo en los últimos años.
Durante años, Guillermo Francella declaró que quería hacer papeles diferentes, que necesitaba cambiar, dejar de repetir las morisquetas de siempre. Estaba cansado de sí mismo. Y un día, la oportunidad llegó: él la ubica exactamente en 2007, en Rudo y Cursi, la película mexicana con Diego Luna y Gael García Bernal, a la que entró por un casting. Sí: con más de 50 años y 30 de profesión, uno de los actores más populares de la Argentina se sometió a un casting. Ahora, en un alto de la grabación de El hombre de tu vida, dice: "Ese casting fue el nomenclador de actores argentinos de entre 40 y 50 años: estábamos todos. Y lo gané. Esa fue la primera prueba de fuego para mí.
A partir de eso recibí una mirada distinta. Fue un despertar, por todo lo que pasó con la película en México, y lo que opinaron de mí Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, los productores. Cuarón me lo dijo públicamente: Es maravilloso que te quieras reinventar a esta altura de la vida".
Después vino El secreto de sus ojos, con el Oscar y todo lo demás, y Los Marziano, de Ana Katz: un Francella contenido, con la perilla de su gestualidad girada al mínimo.
"Con el paso del tiempo me gustó que me pasaran otras cosas como actor. Me podría haber quedado en la cómoda haciendo lo mío, pero pude hacer estas tres películas y paralelamente transité géneros que en mi vida hubiera pensado, como la comedia musical. Hice Los produc tore s co n Pinti , E l jove n Frankenstein de Mel Brooks, dirigí La cena de los tontos, hice Los reyes de la risa con Alfredo Alcón...
En los últimos seis, siete años, me pasaron muchas cosas nuevas en la profesión, algo difícil cuando sos muy popular y muy conocido en un solo género, en mi caso la comedia.
Fue una búsqueda mía: tenía ganas de tocar otra cuerda, emocionarme con un texto, que me pudieran valorar otros directores. La aguja se corrió bastante de lugar. Tengo guiones nuevos, distintos, directores que quieren trabajar conmigo. Me gusta mucho lo que me está pasando en este momento de mi vida".
Ahora subís la apuesta: leí que querés hacer un clásico en el San Martín o el Cervantes.
Y, yo he sido un asiduo concurrente a esos lugares, siempre me gustaron mucho. Pero no lo considero doblar la apuesta: ya he trabajado con los más grandes de este país y he sido feliz haciéndolo. Sí es cierto que me gustaría trabajar en un teatro de esas características, en una obra de las que programan en esas salas. No ya, porque vengo de tres obras seguidas y me gustaría descansar un poquito del teatro.
Sería tu forma de superar definitivamente la dicotomía entre lo prestigioso y lo popular.
Siempre peleé a ultranza que lo popular no tiene por qué estar reñido con la calidad. Me encanta ser un actor popular; no me gustaría hacer propuestas que le dieran la espalda al público. Me niego, por más que venga quien venga a ofrecérmelas.
Prefiero a los directores que aman a los actores, los que quieren contar una historia que puede tener tanto prestigio como popularidad. No tienen por qué estar disociados ambos mundos. Uy, esperá que ahí están pasando la publicidad.
Francella se incorpora y sube el volumen del televisor. Ahí está él.
Mercedes Morán, en este caso Gloria Pinotti, su prima, dueña de una agencia de solos y solas con escasez de hombres para ofrecer, le explica: Están ansiosas por encontrar al hombre de su vida. Es una sola salida: vos vas, la encantás, la desencantás, la agencia ya cumplió, y listo. Acto seguido se lo ve a él, en este caso Hugo Bermúdez, cincuentón desocupado, cumpliendo el pedido: piropea a la mujer que le tocó. Corte. Escena de la pareja en un restaurante: a él se le van los ojos detrás de una moza, a la que llama "mami". "Perdoná -se excusa, carita francellesca mediante, con su mujer ocasional- pero esas dos bochas no se ven todos los días". Conclusión: lo dicho hasta ahora durante la entrevista queda entre paréntesis en El hombre de tu vida. Para alegría de sus fanáticos, ésta es una clásica comedia de Francella, el regreso del Francella que conocemos todos.
¿La elegiste porque está Campanella a la cabeza? Yo amo la comedia con locura. Y que estuviera Campanella, que quisiera volver a hacer televisión después de Vientos de agua, y me eligiera como protagonista, para mí fue importante. Hay una idea interesantísima: no es sobre dos familias que se pelean. Y tiene una factura técnica que no se ha visto en la Argentina, se filma como para cine, con las cámaras de El secreto de sus ojos. Hay grandes productos, normales y mediocres: yo aspiro a que éste sea un gran producto. Lo sentimos en la piel, vamos a ver qué pasa con la gente. Estamos convencidos de que va a gustar.
¿Te sigue preocupando el rating a esta altura de tu carrera? Hipócrita no puedo ser: trabajo en este medio. Sé que hay todo un cuento de los que dicen "yo filmé la película, si el productor recupera la plata, bien, y si no, no importa". ¡Yo me muero si un productor no recupera la plata! No digo "hago lo que me gusta, si la gente lo ve, lo ve, y si no, mala suerte". Mamé la competencia, el encendido, tener la adrenalina del rating, ver qué pasó con lo que acabo de hacer. Sería mentiroso si dijera que no me importa. El cambio del que hablábamos no tiene mucho que ver con lo que me pasa a mí internamente con el rating cuando tengo un programa en el aire, o con la taquilla cuando tengo en cartel una película o una obra.
En ese aspecto, estás como al principio de tu carrera.
No. Antes tenía un encendido fantástico y me ponía contento, sí, pero sólo un ratito. Si al programa no le iba bien, me deprimía un rato largo.
En eso estoy mejor. Trabajé mucho conmigo mismo y en terapia para estar mejor, y el paso del tiempo me dio otro tipo de madurez, otra serenidad. Sigo teniendo un temperamento visceral, pero no tanto como antes. Sé que el encendido no tiene que alterar mi estado anímico. Lo vivo más relajado, pero de todos modos me sigue importando.
¿El rating es creíble? Fue tan discutido, se ha hablado tanto de eso... Es nuestra medición.
Y hay que confiar, no queda alternativa. Tengo que creer en la medición que está, debe ser fidedigna, los anunciantes se basan en ella, los canales se basan en ella, los actores siguen sus trabajo de acuerdo al encendido que han tenido...
La charla se va diluyendo. Francella habla de lo largas que son las jornadas de grabación, de lo contento que está con que su hijo Nicolás trabaje en el equipo de producción, de los tres puchos que se fuma por día. Filosofa sobre la superpoblación de cincos en la Selección y dice que le tiene fe al Cholo Simeone en Racing. Invita a la presentación del programa y, cortés, al despedirse pregunta: "¿Te sirvió?".
Clarin
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